Santo Domingo de Guzmán (1170-1220), fundó la Orden de Predicadores, con el fin de anunciar con la vida y la palabra la Buena Noticia de Jesucristo. Posteriormente, varias congregaciones religiosas- entre ellas nuestra Congregación -grupos de laicos y laicas, se acogieron a esta espiritualidad, de la cual el estudio, la oración y la predicación son tres grandes pilares.
En el año 1895, el Padre José Cueto y la Madre Pilar fundan la Congregación de Dominicas Misioneras de la Sagrada Familia, en la Diócesis de Gran Canaria, con gran demanda educativa. La finalidad es ofrecer una educación integral, desde una cosmovisión cristiana, que acoja a niños y niñas, adolescentes, jóvenes y a la familia en general. Mujer de visión, la Madre Pilar pronuncia estas proféticas palabras: “Estoy cada vez más convencida de que la regeneración social vendrá por la mujer”.Aunque tiene claro que el mundo debe volar con dos alas, la del hombre y la de la mujer, sabe que la incidencia social de esta última puede ser mayor. Por su parte, el Padre Cueto inspiró un Proyecto Educativo humanista, de excelencia académica y orientada a la solidaridad con los más desfavorecidos. Él mismo fue el mejor testimonio, durante los diecisiete años de Obispo en la Diócesis de Canarias, quien mereció el apelativo de “Padre de los pobres”. |
Desde esta espiritualidad y opción pedagógica, es fundado el Colegio Santo Domingo de Guzmán, en 1954. Por estar ubicado en la Urbanización de El Rosal, lugar un tanto privilegiado de la ciudad, nació con un compromiso solidario de parte de la Congregación: ayudar al Cerro de Las Mayas. Este compromiso sigue vigente con nuestra presencia en un dispensario médico, educación para niños de la calle y formación de comunidades cristianas. Nuestros jóvenes han realizado varios trabajos sociales a través del tiempo, en este y otros lugares empobrecidos.
Hoy, responsables del don recibido de nuestros Fundadores, nuestra Congregación anuncia a Jesucristo por medio de la educación cristiana del hombre y la mujer, preferentemente de la juventud. Con ella “respondemos a uno de los derechos inalienables del ser humano: la educación, porque los hombres y las mujeres mucho más conscientes de su propia dignidad y deber, desean participar cada vez más activamente en la vida social y sobre todo económica y política” (Constituciones Nº 46) |